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EMPRENDEDORES

Bajo el sol de África

Las empresas brasileñas aumentaron su presencia en África. En el proceso lo han visto todo: cielo e infierno. ¿Dónde están las oportunidades para otras multilatinas?

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Published by Latin Trade

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Las compañías brasileñas han avanzado en África con el activo apoyo del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva – que con frecuencia visitó el continente mientras estuvo en el poder entre 2003 y 2012 – y con el respaldo diplomático de Itamaraty, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil, que ha abierto muchas embajadas al sur del Sahara en años recientes.

Sin duda, la presencia de Brasil en el continente africano rico en minerales difícilmente pueda compararse con la de China, cuyos bancos ya tienen sucursales en esta región de rápido crecimiento.

Y la aventura africana no ha carecido de tropiezos, o incluso reveses. Vale, por ejemplo, el mayor productor de mineral de hierro del mundo, decidió recientemente poner fin a su enorme inversión en Guinea, el estado de África occidental, sólo meses después de haber descripto el proyecto de Simandou como una de las mayores reservas de mineral de hierro del planeta.

Pero ha habido algunas historias de increíble éxito, y Brasil ha empezado a adquirir relevancia en función de los negocios. Las actividades ahora van desde materias primas hasta cosméticos.

África seguirá siendo un terreno fértil para los negocios brasileños en muchas áreas. Tomemos el comercio, generalmente una buena medida del compromiso de un país con otro. Se disparó de sólo US$4.300 millones en 2002 a US$27.600 millones en 2011. La participación africana en el comercio brasileño es todavía relativamente pequeña (de alrededor de 5 por ciento), pero viene creciendo.

“La falta de financiación es un gran desafío”, dijo Luciano Coutinho, presidente del Banco Nacional de Desarrollo de Brasil (Bndes). Pero esta poderosa institución ha comenzado a apoyar las exportaciones con financiación. Los préstamos africanos apenas alcanzaban US$150 millones hace cinco años, frente a US$550 millones el año pasado.

De enero a noviembre de 2012, los préstamos alcanzaron los US$561 millones y, según funcionarios del Bndes, la cartera está creciendo. “Esto coincide con el interés de las compañías brasileñas en el continente, en especial en el África de habla portuguesa; principalmente compañías de ingeniería civil, a causa de las oportunidades de reconstrucción en varios países que atravesaron conflictos bélicos. Esas firmas suelen usar equipo y marcas brasileñas, de manera que otras empresas de otros sectores las siguen y logran cierta notoriedad en África también”, señaló Luciene Machado, superintendente del Área de Comercio Exterior en el Bndes en Río de Janeiro.

Las inversiones se han disparado. Quienes han sido socios en África por largo tiempo, como Odebrecht, están familiarizados con estas líneas de crédito. Angola y Mozambique, que soportaron décadas de guerra civil después de independizarse de Portugal, se han convertido en objetivos importantes para las firmas brasileñas. “Brasil fue el primer país en reconocer la independencia de Angola (en 1975) y mantuvo buenas relaciones con esa nación incluso durante el período más intenso de guerra civil, de manera que es natural que compañías que han estado allí largo tiempo disfruten de algunas ventajas en la era de la reconstrucción”, observó Machado.

Odebrecht también puede recibir parte de los pagos en dólares fuera de Angola, incluyendo 10 por ciento por adelantado, gracias a su antigua relación con funcionarios de este país petrolero. Por pedido del gobierno de Angola, la empresa asimismo ha estado operando una cadena minorista, una experiencia bastante atípica para el grupo de ingeniería.

Además de mantener buenas relaciones con los gobiernos, otra importante lección de la experiencia angoleña es poder responder a la enorme demanda de infraestructura que ha surgido en toda África, señaló Machado. Pero añadió que sería un error generalizar. “Debemos tomar en cuenta las diferencias entre países”, afirmó.

Entre los países donde no se habla el portugués, el Bndes ha estado activo en Ghana, una nación rica en petróleo, y Guinea ecuatorial, así como en Sudáfrica. Petrobras también está presente en Nigeria y Tanzania, aunque en este momento se ha centrado en los intereses que tiene en su país de origen.

El transporte aéreo ha sido identificado asimismo como otra área estratégica para Brasil y su empresa insignia, Embraer. “El desafío de la infraestructura del continente convierte al transporte aéreo en una tecnología con potencial de crecimiento rápido, al igual que los teléfonos móviles”, según un comunicado del Banco de Desarrollo de África al firmar un acuerdo de cooperación con el Bndes en 2012. Al mismo tiempo, el continente ha disfrutado de altas tasas de crecimiento en años recientes – alrededor de 5 por ciento, excluyendo 2009 –, aunque los negocios regionales todavía se ven entorpecidos por deficientes conexiones regionales, en especial desde la desaparición de Air Afrique en 2002.

Embraer, que ya ha vendido aviones militares a varios países africanos, podría lograr un avance en la aviación civil allí. “La adopción de jets regionales fue catalítica para el crecimiento de la aviación en Brasil y creemos que lo mismo puede suceder en África”, dijo Marcio Migon, jefe del Departamento de Comercio Exterior del Bndes.

DESAFÍOS

Pero algunas compañías brasileñas han enfrentado dificultades en el extranjero, como Marcopolo, el fabricante de carrocerías de autobús cuya planta egipcia en Port Said sufrió cierres relacionados con la inestabilidad política. La compañía con sede en Caxias do Sul ha tenido más éxito con sus inversiones en Sudáfrica, incluso durante la última Copa del Mundo.

Los más amplios contrastes en cuanto a resultados, sin embargo, han sido experimentados por una de las mayores multinacionales brasileñas, Vale (la compañía declinó hacer comentarios sobre su negocio africano). Por una parte, estuvo explorando una rentable mina de carbón en Mozambique. “Es uno de los mejores proyectos que tienen fuera de Brasil”, señaló Denis Demange, jefe de metales y minería en el banco de inversión Crédit Agricole en São Paulo, que visitó dos veces el sitio de Moatize. “Roger Agnelli (entonces presidente de Vale) fue tratado como un príncipe en Mozambique”, comentó un exdirector de la compañía.

Pero por otro lado, Murilo Ferreira, el sucesor de Agnelli, enfrentó una situación casi infernal en Guinea, uno de los países más pobres del mundo, donde Vale se comprometió a invertir US$2.500 millones para la compra de una participación de 25,5 por ciento en el promisorio proyecto de la mina de mineral de hierro Simandou en 2010. El potencial era grande: Guinea, que ya es el mayor productor mundial de bauxita, podría lograr grandes progresos si la mina de Simandou, que contiene las mayores reservas mundiales no exploradas de mineral de hierro, se pone en actividad. Pero la experiencia pronto se frustró.

Vale firmó un acuerdo durante el período de transición entre la muerte del dictador Lansana Conté y la elección democrática de Alpha Condé, un oponente de larga data que decidió implementar un nuevo código minero y revisar los contratos existentes. Entre estos había contratos firmados por Vale y su socio israelí Benny Steinmetz. Condé, exprofesor de Derecho de la Sorbona, recurrió también al ex primer ministro británico Tony Blair y al megainversor George Soros para que lo asesoraran.

El banco de inversión brasileño BTG Pactual, que tiene una sociedad con Agnelli, también se unió al equipo de Condé. Bajo presión y luego de meses de vacilaciones, Vale finalmente decidió retirarse de Simandou en diciembre de 2012 y concentrar en cambio sus energías en inversiones de mineral de hierro en el Brasil. “Ya habían gastado US$1.000 millones en Simandou”, reveló Demange. “Pero el proyecto está acabado”.

Este es el tipo de experiencia que indudablemente deja un gusto amargo en la boca. Pero los negocios son negocios, hasta en África.

Thierry Ogier informó desde São Paulo.

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